Historia


La ACADEMIA NACIONAL DEL NOTARIADO es la culminación de la larga lucha de los escribanos por el reconocimiento de la autonomía del contenido científico del DERECHO NOTARIAL.

A partir del desarrollo de unos pocos artículos del Código Civil el cuerpo notarial fue encontrando las bases científicas para establecer la naturaleza jurídica de su obra más relevante: LA ESCRITURA PÚBLICA y los parámetros estructurales de la FUNCION NOTARIAL.

Ambos, documento y función, constituyen la esencia de los estudios del DERECHO NOTARIAL.

Largo ha sido el camino recorrido y no solamente por los colegas argentinos, sino por el notariado latino, ya que desde el punto de vista científico, su desarrollo es común y paralelo a partir del primer Congreso Internacional del Notariado Latino, celebrado precisamente en el año 1948 en Buenos Aires, el día 2 de octubre, desde entonces día Internacional del Notariado.

Pero el notariado argentino ya tenía, antes de 1948, una larga tradición de intentos y concreciones en ese ámbito.

Sin duda las primeras expresiones colectivas en este rubro, lo fueron la Revista Notarial de la Provincia de Buenos Aires y la Revista del Notariado de la Ciudad de Buenos Aires. Ambas publicaciones ya han comenzado a transcurrir, en plena lozanía y rigurosa periodicidad, el segundo siglo de su existencia.

En 1910 marca un hito la ley 7.048 que crea los primeros títulos universitarios, superando la antigua tradición de la designación en la función sin otro antecedente que un examen de práctica, rendido en Tribunales.

Existen fechas históricas, como el 8 de julio de 1917 día en que se inaugura el Primer Congreso Notarial Argentino; el 10 de diciembre de 1938, cuando se crea el Instituto Argentino de Derecho Notarial devenido luego, el 16 de junio de 1946, en Academia Argentina del Notariado, o el Seminario de Investigaciones de Derecho Notarial, iniciado el 21 de Octubre de 1943.

El 25 de noviembre de 1961 el Consejo Federal del Notariado Argentino aprueba la creación del Instituto Argentino de Cultura Notarial que por su transformación en Academia Argentina del Notariado, constituirá el antecedente directo de nuestra Academia Nacional del Notariado.

 

A lo largo de casi treinta años, el Instituto Argentino de Cultura Notarial desarrolla una extraordinaria labor de investigación, en la que se destaca por su importancia científica el Anteproyecto de Ley del Documento Notarial que, aunque no ha logrado sanción legislativa, puede considerarse el mejor exponente del largo camino de superación que el notariado argentino ha recorrido partiendo de los 15 artículos originarios del Código Civil, hasta plasmar este cuerpo de 100 artículos que, con sus documentados y exhaustivos fundamentos constituye un sólido cuerpo integral de doctrina.
Extraordinaria ha sido la influencia de este Anteproyecto en la redacción de las leyes notariales de cada Provincia y la de la Ciudad Autónoma, que fueron recogiendo cada uno de sus principios compatibles con la legislación de fondo y obtuvieron sanción legislativa, aunque circunscripta al ámbito local.
Un reconocimiento legislativo nacional de los principios del Anteproyecto de Ley del Documento Notarial lo constituye la reciente sanción de la ley 26.140, modificatoria de los artículos 1001 y 1002 del Código Civil. El Anteproyecto, siguiendo la línea de renovación de más de veinte países miembros del notariado latino que a esa fecha lo habían legislado, incorporó en su artículo 24 la posibilidad de identificar a los requirentes mediante la presentación de su documento y así lo establece esta ley.
Otro valioso análisis de la legislación de fondo lo constituyó el comentario exhaustivo y las opiniones que nuestra Academia realizó y publicó en el año 2001 sobre el Proyecto de Reformas al Código Civil.

Ante la dificultad de separar, respecto de la función notarial, el análisis puramente doctrinario de los conceptos teóricos y la realidad de su aplicación en la vida profesional, puede considerarse a los Seminarios Teórico – Prácticos “LAUREANO ARTURO MOREIRA” como la acción más tangible y sostenida de la Academia Nacional del Notariado. En este año 2006 se completan LII Seminarios consecutivos, que totalizan aproximadamente, a lo largo de 25 años, el desarrollo escrito y oral de más de 400 temas específicos, a los que asisten regularmente más de 500 profesionales por reunión.
Si a ello le sumamos las periódicas reuniones del ATENEO con una presencia activa de sus miembros de todo el país, las REUNIONES PÚBLICAS que convocan a los Académicos y público en general y la repetición de los SEMINARIOS en distintas lugares del interior, podemos vislumbrar una sostenida actividad y presencia en el ámbito que le es propio y su innegable proyección a todo el campo jurídico.
Esta actividad la heredó hace diez años, la flamante Academia Nacional del Notariado creada por Decreto Nº 989 del 22 de diciembre de 1995.

Este Decreto concretó, en la letra de los estatutos y en el reconocimiento del carácter de Academia Nacional, parte de los ideales de aquellos pioneros que fundaron las Revistas, reunieron el primer Congreso Notarial, crearon la primera Academia Nacional del Notariado y por último el Instituto Argentino de Cultura Notarial. Y digo parte de los ideales porque un estatuto y un reconocimiento no son más que caminos a recorrer, posibilidades y bases legales para desarrollarse y crecer. Ese es el desafío de este cumpleaños, de este decenio transcurrido desde la creación de la Academia Nacional del Notariado.
Hoy la Academia constituye un instrumento excepcional al servicio de la superación científica. De la utilización que hagamos de ella nosotros los Académicos, dependerá que los resultados emulen, adecuados a tiempos y circunstancias, a los obtenidos en su momento por Pedro Luis Boffi, Enrique J. Risso, Juan Baldana, José Máximo Paz, Jorge Allende Iriarte, José María Mustapich, Francisco Martínez Segovia, Alberto Villalba Welsh, Carlos A. Pelosi, Aquiles Yorio, Eduardo Bautista Pondé, Carlos Silva Montyn , Francisco Ferrari Ceretti, Jorge A. Bollini, entre los fallecidos y por dos que continúan en plena tarea: Osvaldo S. Solari y Miguel N. Falbo.
Natalio P. Etchegaray